sábado, 1 de marzo de 2003

El caracol del fin y el principio según Durito. (El neoliberalismo y la arquitectura o La ética de la búsqueda contra la ética de la destrucción)
Hay en la selva Lacandona, en el suroriental estado mexicano de Chiapas, un poblado desierto y rodeado de puestos militares fuertemente armados que nació cuando las tropas federales pretendían asesinar a la dirección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Allí una obra arquitectónica que nació, para albergar ``Convención Nacional Democrática'' donde nació la segunda declaración de la selva Lacandona. En honor a la historia mexicana, los zapatistas llamaron al lugar del encuentro Aguascalientes.

El espacio de la gigantesca reunión tenía un auditorio para 10 mil asistentes sentados, un presidium para 100, una biblioteca, una sala de cómputo, cocinas, casas de hospedaje, estacionamiento. Incluso, dicen, tenía un ''área para atentados''. La planta de este poblado tenía forma de caracol.


El caracol en torno al Aguascalientes sólo podía haber sido advertido desde la altura. Es más, sólo a partir de determinada altura. En uno de sus extremos estaba la biblioteca y en el otro la antigua ``casa de seguridad''. Bien. Ahí estaba el caracol maya. La espiral sin inicio ni final. ¿Dónde empieza y dónde termina un caracol? ¿En su extremo interno o en el externo? ¿Un caracol entra o sale? Ciertamente el caracol, esa espiral, invita lo mismo a entrar que a salir.


Cuando el Ejército del gobierno entró en Aguascalientes, lo primero que hizo fue destruir la biblioteca y la casa de seguridad, el principio y el fin del caracol. Después fue destruyendo lo demás. Todo lo anterior demuestra que la ética del Poder es la misma que la de la destrucción, y la ética del caracol es la misma que la de la búsqueda. Y esto es muy importante para la arquitectura y para entender el neoliberalismo. ¿O no?

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